DONDE ESTAMOS MONUMENTOS PRINCIPAL HISTORIA QUE COMPRAR y COMER OTROS

EL TESORO DE GUARRAZAR

Hace muchos años , en el 711 d. c. , cuando los árabes invadieron Hispánia, parte de las ricas coronas que adornaban las iglesias visigodas de Toledo, fueron escondidas en el cementerio de Guarrazar, cerca de Guadamur .Al continuar la dominación árabe, esas coronas siguieron escondidas, el último conocedor del secreto murió sin contarlo. Pasaron los siglos y en 1858, unos paisanos de Guadamur, encontraron, en lo

que parecía una tumba de un antiguo cementerio, abandonado desde hace centenares de años, un rico tesoro de coronas, cadenas y cruces. Con nocturnidad lo retiraron de su centenario aposento. Pero cegados por tanta riqueza, no descubrieron todo, al día siguiente un labrador de la huerta próxima, descubrió otro nicho con igual o mayor riqueza.

Pasaron dos años ya en 1860, el descubridor del segundo tesoro, entregó a la reina Isabel II buena parte de las coronas que aún no había vendido y que hasta entonces había mantenido escondidas, por temor , dentro de una tinaja.  El paisano fue recompensado con una pensión vitalicia y el pago del valor tasado de las preseas que entregó.

En 1945, se pudieron recuperar parte de las coronas que salieron a Francia. Hoy están repartidas entre el Museo de Cluny de Paris el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y la Armería Real también en Madrid.

En 1976. al restaurar la Ermita de Nuestra Señora de la Natividad de Guadamur, se hizo una buena reproducción del Tesoro y en esta ermita están colocadas, como lo estaban en las primitivas iglesias de visigodas de Toledo antes del año 711.

                                                       

Reconstrucción  digitalizada de relieve visigodo, friso menor,  perteneciente a la iglesia visigoda de Guarrazar, posible Santa María in Sorbaces,  iglesia o imagen a la que estaba ofrecida al menos, una de las coronas del tesoro 

EL DESCUBRIMIENTO DEL TESORO DE GUARRAZAR  EN GUADAMUR (Toledo)

La antigua villa toledana de Guadamur, situada a 15 kilómetros al sur de la capital, fue testigo, a mediados del siglo pasados de unos sucesos que, bien podrían haber sido sacados de cualquier novela de aventuras o cuento de hadas. La localidad, por aquel entonces, era tan desconocida para la historia, como cualquier otro pequeño pueblo en el que el devenir de lo cotidiano se hacía rutinario. Solamente su medio arruinado y olvidado castillo, morada una vez de los Ayala, hacía pensar que aquella villa pudo tener en tiempos pasados algún protagonismo.

Su proximidad a Toledo, hacía que el camino que a esta ciudad conducía estuviese bastante frecuentado. En este mismo camino a pocos kilómetros de la villa, se encontraba olvidado, un antiguo lugar denominado Guarrazar con vestigios de haber estado habitado en tiempos remotos, como lo atestiguaba un antiguo cercado en el que se adivinaban algunas tumbas, testigos del antiguo cementerio.

En la tarde del 24 de agosto de 1858, después de haber ocurrido una gran tormenta que había arrastrado la tierras, acertaron a entrar en el cementerio un matrimonio formado por María Pérez y Francisco Morales, naturales de Guadamur, que al detenerse en el lugar descubrieron en una tumba un pequeño nicho que albergaba una buena colección de coronas, cruces de oro y otros objetos litúrgicos. Trasladadas secretamente a su domicilio estas preseas, las escondieron hasta decidir que podían hacer con tanto oro . En todas esta maniobras fueron observados por Domingo de la Cruz, vecino también de la villa, que poseía una huerta en las proximidades. Intrigado por la nocturnidad con que obraros estos, se acercó al día siguiente a aquel lugar, encontrando junto a la fosa vacía una nueva, todavía intacta, que el anterior matrimonio, cegado por tanta riqueza, no acertó a descubrir. Recuperó de ésta un buen número de piezas áureas y también temeroso, corrió a ocultarlas a su casa en sendas tinajas de barro, sin saber que partido tomar.

La presencia de tales joyas, pertenecientes a la cultura visigoda, enterradas como si de una persona se tratase en un cementerio visigodo se explica por el temor el clero y la nobleza toledana a que fuesen robadas por los árabes, de los templos en donde votivamente estaban expuestas, creyendo que la presencia de las huestes de Tarik podía ser pasajera .Mejor acierto tuvieron aquellos, -quizás los partidarios de D. Rodrigo-,que acordaron huir con sus joyas y las de la corte a las montañas asturianas.

VENTA EN FRANCIA DE PARTE DE LAS CORONAS

Mal acuerdo tuvieron los primeros descubridos María y Francisco, quienes malvendieron a los joyeros toledanos bastantes trozos de coronas , objetos del culto litúrgico de oro y bastantes esmeraldas y piedras de las coronas.

Parece ser que, enterado del hallazgo D. Adolfo Herouart Chivot, profesor de francés del Colegio de Infantería de Toledo, sito entonces en el Hospital de la Santa Cruz, participó desde este momento de manera muy activa en la enajenación de las coronas de tan fastuoso tesoro. Distinta forma de enterarse del descubrimiento, tuvo otro persona, que jugaría un importantísimo papel en las posteriores operaciones. Se trataba de un emérito diamantista de la corte, retirado en Toledo, en su villa junto al río, D. José Navarro, gran conocedor de las antiguas artes preciosas, ya que había restaurado el Disco de Teodosio de época romana encontrado en Almendralejo y había confeccionado de nueva obra una corona para la reina Isabel II. D. José intuyó el valor arqueológico de los fragmentos que primeramente encontró en las joyerías y puesto en contacto con el anterior, sirvió de socio y mano experta en compra en Guadamur, restauración y posterior venta en Francia de las coronas.

El primer paso que efectuó el profesor francés, fue la compra de la huerta donde había sido descubierto el tesoro, para descartar posteriores reclamaciones del dueño del terreno y efectuar sondeos en busca de nuevas alhajas. Efectuó rápidamente la compra del terreno, llegando a un acuerdo con Marcos Hernández vecino de Toledo, por ofrecerle el triple de lo que era su valor rústico y no saber el propietario que, tales preseas, habían sido descubiertas en su propiedad.

Una vez dueño del terreno y junto con los descubridores efectuaron excavaciones en el lugar con el pretexto construir allí una villa de recreo, sirviendo además de coartada para cuando la aparición de las coronas saliese a luz pública.

La sociedad entre Herouart y Navarro, como hemos dicho, dio como fruto la compra de las coronas que aún poseían Francisco y María en Guadamur y la restauración de los trozos que pudo recuperar el diamantista de las joyerías de Toledo. Con la nueve coronas que pudieron recuperar pasaron a Francia para venderlas al Ministro de Estado francés por la cantidad de 100.000 francos franceses, pasando a figurar desde entonces en el Museo de Cluny de París.

Enterados en España de tan importante descubrimiento por la prensa francesa, se iniciaron los trámites para su regreso a España, no consiguiéndose, nada más que lisonjeras promesas. También se efectuaron excavaciones oficiales (abril de 1859) en las denominadas huertas de Guarrazar, dirigidas por D. José Amador de los Ríos y D. Pedro de Madrazo entre otros, que dieron como resultado la aparición de los restos de un edificio religioso visigodo, con abundantes frisos en relieve de este estilo, un cementerio de la época y la lápida funeraria del presbítero Crispín con el bello epitafio que transcribimos. Al Ministro de Fomento, por entonces el Marqués de Corvera, que visitó la localidad, le ofrecieron María Pérez y Francisco Morales un brazo de cruz procesional de oro perlas y zafiros, único objeto que poseían ya de lo descubierto.

CONOCIMIENTO DE LA EXISTENCIA DE UN SEGUNDO CONDESIJO EN PODER DE OTRO PAISANO DEGUADAMUR

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Habían pasado dos años de las referidas excavaciones y perdida toda esperanza de encontrar nuevas coronas, cuando en la mañana del 19 de mayo de 1860, se presentaron en la puerta del Palacio Real de Aranjuez, Domingo de la Cruz Figueroa "Macario" y su tío Juan Figueroa, maestro de primeras, letras ambos de vecinos y naturales de Guadamur, con el propósito de ofrecer a la reina una de las coronas que años antes había encontrado en Guarrazar, al lado de las coronas ya conocidas. Recibidos por la Reina, esta pudo conocer que escondía aun más coronas, por lo que al día siguiente mandó a Antonio Flores, Secretario de la Intendencia de la Real Casa y Palacio, con la misión de recuperarlas e inquirir del labriego los deseos respecto a la recompensa. Una vez en Guadamur Antonio Flores investigó dando pasos acertados y ganada la confianza de "Macario" - asegurándole que sus pretensiones económicas serían atendidas-, ofreció a éste la oportunidad de entregar a la Reina todo lo que del tesoro aún conservaba. Tras la entrega total "Macario" recibió por el pago de las coronas 40.000 reales y como premio al servicio prestado a S. M. La pensión de 4.000 reales anuales. En este segundo encuentro Domingo de la Cruz "Malaño" se mostró muy apanado por haber destruido otras muchas joyas y refirió a la Reina, que entre los objetos perdidos en los crisoles toledanos, había unos "cinchos" de oro y piedras preciosas, y una paloma de oro de tamaño natural cuajada de piedras preciosas, que probablemente fue "pixis sacra" o vaso eucarístico.

Desplazada la familia Real a la Corte, Tuvieron la oportunidad de contemplar las coronas, eminentes académicos y estudiando la forma de dar sentido a las distintas letras que colgaban de la corona mayor , colocadas anárquicamente por su descubridor, llegaron a la conclusión que la leyenda original sería SUINTHILANUS REX OFERET, basándose en la pocas letras aún conservaban su lugar al tener intacta la anilla de sujeción .

Posteriormente el Consejo de Ministros presido por O`Donnell, acordó que el lugar más propício y que ofrecía mayor seguridad para guardar estas piezas, ofrecidas a la Reina, era el Palacio Real de Madrid y así lo trasmitió a S. M. el Marqués de Corvera, depositándolas en sus manos con el encargo e custodiarlas.

ROBO DE LA CORONA DE SUINTILA.-

El 4 de abril de 1921 se cometió un robo en la Real Armería, la corona de Suintila y un trozo de corona de enrejado que pertenecían al conjunto que poseía el Patrimonio Real, gracias a la donación de Domingo, desaparecieron. El robo se divulgó poco, sólo La Época hizo una publicación más extensa con grabados, para que sirviese de guía en la búsqueda de lo sustraído. Al parecer fueron localizados los autores del robo, pero no lo objetos de éste, que hasta hoy no han aparecido.

Casualmente, aquel periodo fue una época aciaga, como afirma D. José Lázaro, pues en corto espacio de tiempo, ocurrieron robos en el Museo del Prado, La Biblioteca Nacional, en e l Archivo Histórico Nacional, y el que contemplamos.

RETORNO DE PARTE DE LAS CORONAS.-

Con la ocupación alemana de parte de Francia, durante la II Guerra Mundial y la llegada al poder como jefe de estado de la Francia de Vichy del Mariscal Petain, se presentó la ocasión propicia para todo tipo de negociaciones, debido a las buenas relaciones del gobierno de Vichy con el General Franco. Una de ellas es la que se efectúa para realizar un convenio de intercambio de obras de arte y otras piezas de valor histórico. Este convenio permitirá que vuelvan a España buena parte de las coronas de Guarrazar.

Las primeras negociaciones fuera de círculos oficiales las efectuó en el verano de 1940 D. Eugenio D´Ors. Tras las negociaciones oficiales se firmó un acta de recíproca entrega , por el que regresaron a España, ademas se seis de las nueve coronas de Guarrazar, la Dama de Elche, otras escultura ibéricas, otras piezas arqueológicas, completándose con la Inmaculada de Murillo denominada de Soult o de los Venerables. España entregó a cambio a Francia en contrapartida un retrato de Doña Mariana de Austria de Velazquez, otro de Antonio Covarrubias, de la mano del Greco, un cartón de Goya y la colección de dibujos franceses del siglo XVI.

De esta forma regreso a España parte del Tesoro de Guarrazar que había salido fraudulentamente a finales del 1858 perteneciente al primer descubrimiento efectuado por Francisco Morales y María Pérez, conservandose actualmente en el Museo Arqueológico Nacional.

 

Reconstrucción  digitalizada de relieve visigodo, friso mayor ,  perteneciente a la iglesia visigoda de Guarrazar, posible Santa María in Sorbaces,  iglesia o imagen a la que estaba ofrecida al menos, una de las coronas del tesoro 

CENTRO DE INTERPRETACIÓN DEL TESORO DE GUARRAZAR. EN GUADAMUR (Toledo).--En las antiguas escuelas de la Calle Nueva, se encuentra ubicado. Ocupando el 50% del edificio,  muestra mediante paneles, objetos originales y reproducciones, la historia e importancia del Tesoro Visigodo de Guarrazar. Cuenta también el centro,  con una sala de proyección, donde se proyecta un interesante documental sobre  el tema. Los precios de las entradas son populares incluyendo visita guiada a los dos museos. 

  HORARIO DE APERTURA

Lunes, martes y miércoles  de 9:00 a 14:00 horas
Sábados  10,15 a 13,15 y de 16 a 18  horas.
Domingos  10,15 a 13, 15 horas

Contacto.-   turismoguadamur@gmail.com     telef. 925291560                  

               GUARRAZAR    PASADO Y PRESENTE              

Hace ya ciento cincuenta años, la casualidad ayudada también por la meteorología hicieron que volviesen a ver la luz, parte de esas joyas visigodas que estuvieron a la vista de todos los toledanos hace trece siglos en las principales iglesias como exvoto de nobles, clérigos y de reyes.

La falta de cultura, el temor a perder lo que para ellos era una fortuna económica, hizo que se perdiera, en los crisoles toledanos parte de lo encontrado. No obstante esta misma fortuna permitió que parte, del tesoro  fuera a parar a las  manos del diamantista  D. José Navarro quien restauró y puso en valor lo encontrado en las huertas de Guarrazar. 

Desconocemos si eran justificadas las razones por las que Navarro vendió en Francia su parte del tesoro, sin embargo la llegada a Francia de tan importantes  joyas medievales, acrecentó el interés por el propio tesoro y vino a promocionar desde entonces los estudios de esta cultura , no sólo en España, sino también en Francia y otros países de la Europa occidental.

Otra persona de la cultura, D. Juan  Figueroa, tío de Domingo de la Cruz y maestro de Guadamur fue quien convenció a éste, para que entregase a la reina Isabel II, la parte del tesoro que no había malvendido, en trozos, a los joyeros toledanos.

Los avatares del tesoro de Guarrazar desde que fue descubierto, son varios, unos afortunados y otros todo lo contrario. De esta índole fue la desaparición de la corona de Suintila en  abril de 1921, que estaba depositada en la Armería Real de Madrid desde que Domingo  la entregase a la reina. Más afortunado fue retorno,  en el verano de 1940,  de parte del tesoro que había sido vendido en Francia, seis de las nueve coronas, gracias al empeño personal de D. Eugenio D´Ors y a las facilidades políticas del   momento .

Así pues la dispersión, al parecer consolidada, al menos por el momento, del Tesoro de Guarrazar  es la siguiente : La mayor parte en el Museo Arqueológico de Madrid en donde se encuentran seis coronas, entre esta la más famosa la de Recesvinto y cinco cruces, contándose entre estas los dos fragmentos  de cruz profesional atribuida, también a Recesvinto por su parecido estilístico con la corona de este rey. En el Museo de Cluny de Paris, quedaron  tres coronas, la llamada de Sonnica, una de estructura calada y una pequeña de decoración de arquillos también calados y  dos cruces  además de la R pinjante de la corona de Recesvisnto y algún fragmento de cadena. 

En el Palacio Real de Madrid quedaron la corona de Teodosio y la Cruz de Lucecio.

Es a partir de la vuelta de las coronas desde Francia al Museo Arqueológico Nacional de Madrid en 1940, cuando la historiografía visigoda vuelve a tomar nuevo auge, impulsada también desde los idealos políticos del momento, que ven en aquella época el germen y los comienzos del primitivo estado español.

La investigación sobre aquellos años de la monarquia y en concreto sobre el tema de Guarrazar, se ha visto respaldada a mi modesto entender, desde entonces, por tres fundamentales corrientes historiográfica, una la nacional fundamentada en D. Pedro Palol, García Moreno, Orlandis etc. Otra desde los investigadores toledanos agrupados en torno a esta Real Academia y el Instituto Visigótico-Mozárabe  que siempre han tenido como suyo, todo lo concerniente al sitio arqueológico de Guarrazar y otra desde  tiempos Helmut Schlunk  en 1943, por los investigadores del Instituto Arqueológico.  Tenemos que hacer especial mención a uno de los investigadores de  este instituto, D. Cristof Eger, que en sendas campañas en 2003 y 2005 ha venido a aportar nuevos datos arqueológicos que sin duda, serán un punto importante de partida, para que en un  futuro, que deseamos próximo, se pueda llegar a conocer  la importancia de este lugar en época visigoda y posterior, importancia  que intuimos por los  fragmentados de relives , dispersos y otros  restos arqueológicos que se encuentra en Guadamur, procedentes  de aquel sitio.     

          

Llevados por que se asocie y conozca,  más claramente la procedencia del sítio en donde había aparecido el Tesoro Guarrazar, que es la localidad de Guadamur en la provincia de Toledo, el ayuntamiento de esta localidad , ya hace varios años, inició una campaña para que se adjuntase a esta denominación la de Guadamur. Campaña que  aclarará  la procedencia geográfica del hallazgo y hará que el nombre de esta localidad sea conocido, también a través de la arqueología e historia visigoda.                                                                          

          Por otra parte, siguiendo la corriente general de muchas localidades españolas de fomentar un hecho histórico mediante la celebración de eventos lúdico-culturales se aprovechó este ciento cincuenta aniversario para comenzar unas Jornadas Visigodas, que tendrán periodicidad anual y que pretender, dar a conocer ésta época determinada, intentando fomentar la investigación historia y arqueológica del lugar y hacerlo llegar a todas las personas interesadas, mediante una serie de actos académicos, teatrales, festivos y gastronómicos.